sábado, 23 de febrero de 2013

Relato inconcluso 2 - Cap.1 (continuación)

Se miró con desagrado la mano izquierda.
Uñas irregulares, un dedo lastimado.

Ahora estaba en Roma. El centro de Roma, la habitación del hotel... Pensó.
Oyó un ruido al lado, se paralizó.
Un espacio de silencia para mí.
Roma azul. Él decía "el ocre de Roma" hasta empalagarla con su ampulosidad. Sonrió desganadamente, lo rebautizó por discreción ¿Lo intentó?
Con él Roma era una ciudad pesada, ampulosa. Lo vio en Buenos Aires en la peatonal turística.  Desafiaba a los caminantes en una silla de ruedas empujada por una mujer. Seguramente una enfermera, pensó. Lo miró despiadadamente.
Si le abriera ese enorme vientre al prepotente, obeso encargado ¿saldrían peces como en un cuadro de Raquel Forner?
Encendió un cigarrillo ruso (ya no habían... lástima) Mejor así.
Paseó su mirada triste, desgreñada.
Una máscara, no una dorada, imitación Venecia.... una máscara. Tapa sus ojos que se habían desteñido de tristeza, de desolación, de dolor irreparable, como un cristal roto.

Los eructos de él, el agrio olor a cerveza.
Ella puso cuidadosamente una tabla en su cama de una plaza.
Sus alaridos... algo falso, retórico (sonrió cansada, para sí)
- ¡¡ Mis dos perros fieles !! - vociferaba él. Ella lo atendía, sumisa.
Su modo de comer, ese  cuerpo velludo. "Soy el cofre de los secretos". Se condenó al silencio.

- ¡Cómo! ¿En Roma hay también Kenzo? -
En la moda, en los perfumes recobraba el placer del color. Ahora soy luciérnaga se dijo.

Esa mandíbula dura, ojos fríos.
- Vamos a morir el mismo día - le había dicho él con seguridad - Tenés tatuada mi inicial en la mano - ella se miró, sonrió como si eso la embelleciera.
De la calle venían ruidos que no deseaba compartir.
No volvió a pensar en él.
Hubiese deseado acariciarle la cabeza en silencia, sin intentar nada, tampoco calmarlo.
Se decía, nunca una confidencia.
Había olvidado que era sábado.
¡¡Mis dos perros fieles!! gritaba él.

" Esos hijos que tuvimos que nadie soportaba. Tal vez yo también desee alguna ternura, algún respeto, alguna fidelidad de ellos.
Me equivoqué, me equivoqué.... todavía espero. Voy a tratar hasta el último segundo. Lo presiento. No quiero esperar nada de ellos. No quiero" se dijo con los ojos rojos.
¿Judas durmió aquella noche grave? ¿Qué sintió Judas después de compartir el pan y el vino?

Barrabas deambulaba sin paz. Judas comía tranquilamente en su escudilla.

Relato inconcluso 2 - Cap.1

Relato inconcluso escrito por Yuyi en un cuaderno de UNICEF con tapas duras de color azul cobalto
 
Domingo 21.
Las bolsas me Lastiman. Yo ya no tengo edad para tanto esfuerzo. Detesto el manoseo.
Ella soñó que regalaba su boina negra cansada de las exigencias.
Solía recordad risas... plenas, a veces fingidas, de esa época anterior a su descreimiento actual.
Había olvidado comprar la cafetera de teflón (pensaba que el aluminio quemaba)
Encontró en la cartuchera el "encendedor maldito" - le causaba demasiadas preocupaciones... se malhumoró, y en esos cambios rápidos de humor ( con fotos superpuestas de épocas remotas... y siempre en Retiro, desde épocas inmemoriales) amagó una lágrima y se alejó, puso meteorate a su dedo lastimado las bolsas de ropa que llevó  ¡un sábado! a que lavase esa señora, "- no, señorita" - .... evangelista y lasciva (manos cortas, oscuras, casi repulsivas).
En la entrega anterior dejó una enorme medialuna (con la que soñó, convertida en víbora) debajo de la ropa recién planchada.
Beatriz Guido, ciclo de cine de Torre Nilson, París.
Quitó de la mesas convertida en escritorio a sus recientes ídolos inventados.

No tenía intimidad ahora. El encargado ávido "ocupaba" un lugar lleno de verrugas y un vientre invasor que la enflaquecía, la ABRUMABA.
La acompañaba en el ascensor, decidió no volver a hablarle.
Ser escueta, evitar la ironía, la mordacidad de ella. Tierra de Fredy - vivo sólo en su memoria - la torturada, aparente simplicidad de Rómulo. Su mensaje casi susurrado "Todos vamos a morir".
- Todo bicho que camina ....- sonrió.

Ella no podía hablar de la muerte sin convertirse en una frágil hoja tiritando

Volvió a su vieja idea de convertirse al cristianismo ¿Porqué? ¿porqué?...
Reflexionó... hubiese deseado un licor al lado suyo.
El flaco rubio pajizo de aquel extra en Roma. Estaba teñido. Un encuentro...mmm, desagradable.
- ¿Me invita a almorzar?
- Io parlo poco, poquísimo el italiano - (su caballito de batalla) Pausa - Señor, prefiero almorzar sola.
El Trastevere, conoció poco el Trastevere. Siempre paseaba por grandes avenidas. Para ella las calles sinuosas, irregulares .... hubiese necesitado, TAL VEZ, una mano cordial en el hombro.

Miraba ese horrible, abandonado departamento,  pondría candelabros hasta irse,  un diván en el living, terciopelo verde inglés.

- Che ¿naciste víctima o te convertiste?
-No lo sé, no lo sé.......... Oh, no lo sé.
A veces se lo preguntó pregunta ¿Cúal fue el error? ¿Cuáles fueron los herrores? se corrigió: ERRORES. Buscar agua en vasos vacíos, amor de las piedras, confianza ¿en qué? ¿en quién?
En el correo central cartas apresuradas, a veces demasiado extensas.
Quedó en silencio. Sacó el cenicero de su mesa escritorio - Sirve para todo menos para comer ¿Quién quiere comer sola?
- Fumás y no comés, te vas a morir..
"Mamá - pensó - hubiese deseado no nacer..- la miró duramente... - no nacer de vos... no, disculpame..., no nacer. Mamá - esta vez le sonrió - Mamá... Mamá!!!... Volvé mamá, te pido. 
Lapiceras.
Esa latita con piedra roja en su dedo.

Continúa....

viernes, 8 de febrero de 2013

Relato inconcluso (1)

Estábamos en la mesa del comedor de la casa de mamá, Susana y yo.
Ella admiraba los pésimos cuadros y los lujosos muebles y márfiles, abarrotado de antigüedades.
Se sentía totalmente indiferente. Estadísticas. Lejana a Susana. Su mamá entrando cada tanto con cafés, tarta, yoghurt casero.

Mamá ... me cuidabas frente a cualquier examen, sin comprender ni tampoco aceptar lo que hiciera.

María había llegado con Ramy la noche anterior y prefirió quedarse en la casa de sus padres.
Era tarde, no tenía ganas de volver a casa, tan lejos, dejó su coche y subió. Volvía siempre a casa de sus padres, también después de la muerte del papá.

- Intenté quererte mamá - le había dicho sin dramatismo, neutra.
La mamá la miró tristemente
- Siempre fuiste vulnerable a todo lo que decía.
Silencio prolongado. Ella se fue a refugiar en la habitación de servicio como tantas veces.
- No hagas ruido, estoy con un hombre - le pidió la mamá.
Era tarde para volver a su casa.