Yuyi al acostar a sus hijos en lugar de contarles cuentos les recitaba canciones y poemas de Federico García Lorca.
Cada noche, le regalaba a uno de ellos "El lagarto está llorando"
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantaritos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay, su anillito de plomo.,
ay, su anillito plomado!
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay cómo lloran y lloran.
¡ay! ¡ay!, cómo están llorando!
Al terminar le daba un beso y después se sentaba en el borde de la cama de su otro hijo y recitaba como nadie recitó nunca las líneas del poema de Lorca elegido para él.
Después apagaba la luz y antes de cerrar suavente la puerta del dormitorio les decía:
"Buenas noches. Sueñen cosas lindas."
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