El segundo sueño, tan hondo, fue el 18 de febrero y fue por mi mamá,
encontré un cuento o diálogo con ella que escribí y era la fecha
de su muerte. Me desperté a las cinco, escribí y volví a dormirme.
A mamá le gustaban las camelias y es con ella con quien tuve
comunicación telepática. Su mejor legado “Yuyito, un día es un
día”. Atribuir ese sueño a que fue por la abuela Rosa es como
una herejía hacia mamá. Por tu abuela mi afecto era al nivel de un
saludo cariñoso. Sé que quisiste a mamá y cuanto te quiso ella,
así, comparto con vos mi tierna despedida en sueños. Digamos que la
camelia rosa se la di yo y vos la blanca.
Esta aclaración fue enviada en una carta posterior, el 16 de marzo de 1984
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